DIOS EN CARNE Y HUESO
Una vez escuche una historia en la iglesia, de un niño que le temía a la oscuridad. Una noche, su padre lo arropo en la cama, se despidió de él y apago la luz. Pero cuando el padre intentaba irse, el niño le pedía que se quedara con distintas excusas: un beso, un vaso de agua, ir al baño. Finalmente el chico le cuenta al padre que le teme a la oscuridad, y de permanecer solo en la habitación. El padre le contesta: “no temas, hijo, Dios esta acá contigo”. El niño responde: “bueno, ¿podrías quedarte acá también?. Creo que esta noche necesito alguien de carne y hueso.
A veces pienso que también necesito un Dios de carne y hueso. Especialmente cuando me siento solo con mis problemas. En estos momentos Dios se convierte en un Ser de carne y hueso y viene a ayudarme en la forma de un miembro de OA. Cuando me siento mal, cuando peleo, cuando estoy triste, enojada o sola, llamo a alguien de OA y siempre encuentro alivio. Alguien está allí para escucharme, compartir su experiencia y ofrecerme esperanza. Esa persona me deja llorar y decir cosas tontas e irracionales. Me dice que esto, también, va a pasar, que no hay razón para comer, que Dios me ama y que las cosas van a mejorar. Me siento confortada y puedo respirar de nuevo y luego logro pensar en que necesito hacer después. Siento como si hubiera estado sentada en la falda de Dios, con mi cabeza en su pecho, abrazada por El, escuchando los latidos de su corazón. Es un sentimiento maravilloso.
Al recibir el amor y la aceptación de otros comedores compulsivos en recuperación, comprendo lo que Dios es en realidad. Él sabe que algunas veces la mejor forma de consolar a uno de sus hijos es a través de otro de sus hijos; que algunas veces lo único que necesitamos saber es que alguien más ha estado donde nosotros estamos, que comprende lo que nos pasa y que ha salido de esto con éxito.
Un Dios así es confiable y cada vez es más fácil ofrecerle mi voluntad y mi vida, especialmente en lo que respecta a la comida. Después de todo, Dios está conmigo, en los momentos más duros me trata con cariño y me cuida.
Después de varios años continúo trabajando este programa, aprendiendo de Dios mientras experimento y compruebo sus cualidades en otras personas. Creo que nunca sabemos cuándo seremos nosotros “Dios en carne y hueso”. Uno de los milagros de este programa es que los comedores compulsivos en lucha continua que se sienten desesperados son útiles dentro de nuestra comunidad; simplemente escuchando a alguien en el teléfono, apadrinando o compartiendo antes, durante o después de una reunión, puedo compartir el amor de Dios en el preciso momento en que alguien lo necesita. Puedo decir, sin saberlo, exactamente lo que la persona desea escuchar, de la misma manera en que, cuando llamo a alguien, esta persona hace lo mismo por mí.
De repente, puede ser que responder el teléfono o hacer llamadas parezco lo más importante. Compartir antes o después de una reunión da nuevas luces. Escribir un artículo es más divertido porque nunca sé cuándo seré la “carne y hueso” de Dios.
- Virginia – USA
Transcrito del libro En Busca de un Sendero Espiritual – colección de Lifeline
Reunión de OA
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